PRIM Establecimientos Ortopédicos en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo
PRIM Establecimientos Ortopédicos lleva dos décadas formando parte del día a día del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, gracias a los sucesivos concursos públicos en los que su propuesta ha resultado ganadora. En la actualidad, es proveedor tanto de sillas de ruedas como productos de ortésica a medida y Consulta de Ortopedia.
Hemos hablado con Santiago Corrales, técnico ortoprotésico de PRIM, sobre el día a día de la Consulta de Ortopedia, del que se ocupa casi desde el principio. “Resulta muy gratificante porque estamos integrados en el día a día del hospital. Yo trabajo con los equipos de fisioterapia y rehabilitación, tanto con el de infantil como con el de adultos –explica–. Paso aquí tres mañanas cada semana, tengo mi consulta y conozco a los pacientes y sus familias, ya que la estancia media en el centro es de varios meses”.
El Hospital Nacional de Parapléjicos es el centro español de referencia en el tratamiento integral y la investigación clínica de las lesiones de la médula espinal, que se producen como consecuencia de un proceso o una enfermedad y, en muchos casos, a raíz de un evento traumático, como un accidente de tráfico, una procedimiento quirúrgico fallido, una caída o una mala zambullida.
PRIM Establecimientos Ortopédicos, a través de Santiago Corrales, proporciona a los pacientes las órtesis a medida necesarias para su recuperación. Cuando todavía están en fase aguda, algunos pueden necesitar collarines, por ejemplo, pero en la fase de rehabilitación destacan los bitutores. Estas órtesis son necesarias para estabilizar las piernas en el entrenamiento de marcha en personas con paraplejia u otras lesiones medulares, un entrenamiento que persigue fortalecer los músculos del miembro inferior y mejorar la movilidad y la autonomía.
“En adultos, trabajamos fundamentalmente bitutores, mientras que en niños trabajamos también corsés a medida y antiequinos, ya que muchos están ingresados por enfermedades o malformaciones congénitas que implican daño medular –pormenoriza Santiago–. Además, suministramos reciprocadores y walkabouts a medida, que son órtesis alternativas o complementarias a los bitutores, por así decir”.
Un hospital que enseña a vivir
El Hospital Nacional de Parapléjicos proporciona una atención sanitaria integral, entendiendo la salud en toda su magnitud, física, mental y social. Los pacientes con lesión medular sobrevenida, a menudo tras un traumatismo producido en un accidente, ingresan en fase aguda, cuando todavía precisan muchos cuidados médicos, hasta que se estabilizan y es posible iniciar la rehabilitación. Durante ambas fases, se enfrentan al dolor de la pérdida, ya que una lesión medular supone un largo proceso de duelo, con momentos muy complicados hasta lograr aceptar la nueva realidad. En consecuencia, el papel del psicólogo clínico y el psiquiatra es capital y clave para su recuperación, como lo es el de las enfermeras en los cuidados continuos que reciben y el las trabajadoras sociales en la planificación del día a día una vez vuelvan a integrarse en la sociedad tras el alta.
“El equipo humano de este hospital hace mucho más que tratar a los pacientes. Les enseña a vivir –afirma Santiago Corrales–. En el caso de la rehabilitación, trabaja con ellos durante meses para que reciban el alta en las mejores condiciones físicas posibles y con la mayor autonomía que su estado les permita. Lo que ocurre es que, una vez en casa, muchos de ellos se abandonan y no siguen el programa de ejercicios que se les prescribe. Algunas personas salen de aquí con sus bitutores y desplazándose con ayuda de muletas, pero, si no ejercitan diariamente, pierden esa capacidad muy rápidamente y se quedan en la silla de ruedas”.
El técnico ortoprotésico de PRIM Establecimientos Ortopédicos también pasa consulta en el establecimiento de Conde de Peñalver, en Madrid, y visita los hospitales públicos del norte de la Comunidad de Madrid: La Fuenfría, Guadarrama y Villalba. Lleva tantos años en el Hospital Nacional de Parapléjicos como en PRIM, un total de 19, y tal vez por eso asume con naturalidad el hecho de estar en un centro de máximo nivel científico y terapéutico, además de único en su especie. Agradece, eso sí, que su consulta sea una más, perfectamente imbricada en la exquisita atención que se proporciona a los pacientes y sus familias.
Sin embargo, siente debilidad por un aspecto concreto de su labor diaria: la infancia. “Trabajar con niños me parece la parte más gratificante de mi trabajo. Al contrario que los adultos, que ingresan mayoritariamente por lesiones ocasionadas por un accidente, los niños que están ingresados aquí suelen tener enfermedades raras con afectación neuromuscular, tumores en la médula y otras patologías, aunque alguno también ingresa tras un traumatismo. La cuestión es que muchos vienen para prepararse para llevar una vida lo más autónoma posible y da mucha satisfacción verlos crecer, trabajar y mejorar… y haber podido ayudar a que lo consigan”, reconoce.